India, you own me.
It's been two weeks since I left my beloved India and I've finally mustered up the right words, the words to express exactly what it is I feel for the country that has touched the very core of my being, opening worlds inside of me that I never knew existed.
I knew I loved you when I first met you. I just didn't know how much. All I knew was that you made me FEEL in ways that I've never truly felt before. Your voice echoed inside of me, even after I left you, leaving me in a constant state of restlessness. And, it was only by returning that I finally found my peace.
During various phone conversations, my mother, always perplexed by my adventures, has asked me "Don't you ever feel lonely? Aren't you homesick? How are you staying in a stranger's home? Don't you get scared? "
A little trust, goes a long way.
Throughout all of my train rides, I met a group of lovely guys that not only kept me company but also safe guarded me through the entire journey. My most fearful moment was arriving in the middle of the night, at a train station in Ambala, where practically no one spoke English and I felt like I was moments away from something terrible happening to me. Even then, I was met by a couple of kind gentlemen that whisked me away from the drunk soldier that insisted on me going home with him (to be fair, he at least, helped me with my ticket) and didn't leave me until I was safe in the arms of my brother, Rajveer.
Sometimes, it's the most random encounters that make the greatest memories. How can I ever forget beautiful Panapaddan with his big bright smile. The adorable old boy who kept pinching my cheeks, as if I was his own child and who after a long day of rowing, brought us over to his home to meet his wife and have tea.
Then, there was Ammol, the 16-year-old boy who would always stop me in the streets of Varanasi to talk and one day decided to sit with me for dinner, where I'd listen to him speak of life struggles that I could never imagine, as if they were the most normal thing in the world. A man in a child's body, promising to protect me if I ever ran into any trouble.
Let us not forget the children, my children. By far, the best part of my voyage through India was being able to inspire and be inspired, to teach and learn, to share with the students of St. Lourde Mary UP school. There is no space for loneliness when each and every day, you are greeted by so many little faces of love. Even when I had to carry on, they still made sure that I was well accompanied because as we all know, nothing says "thank you" like head lice.
Home can be anything you want it to be, a place, a person, a feeling.
Words alone cannot express the amount of gratitude that I feel for the incredible woman who accepted me, a mere stranger, into her home for three weeks with no questions asked and wanting absolutely nothing in return. Bindu, you are everything I love about India and more, a woman of strength, courage, love and wisdom. You are now and will always be family, my 'ama.'
Fear is always going to be there, peeking its tiny head through every cracked door, trying scare you by making big shadows in the dark. The only way to get rid of it is by opening the door, stepping through and realizing that you are bigger and stronger than any fear that may exist inside of you.
I had every fear in the world before coming to India but opening that door has been the best thing that has ever happened to me because behind that very large and heavy door, I found home.
And so, I promise that so long as I can and for as long as I live, I will not just remember you, I will come back to you because you are not just a place, a person or a feeling, you are my home.
India, you own me.
Mi querida India
Ya han pasado dos semanas desde que me fui de mi amada India y todavía tengo que reunir las palabras adecuadas, las palabras para expresar exactamente qué es lo que siento por el país que ha tocado la esencia de mi ser, abriendo mundos dentro de mí que yo no sabía que existían.
Yo sabía que te amaba cuando te conocí. Solo que no sabía cuánto. Lo unico que sabía era que me hiciste SENTIR de una manera que nunca he sentido antes realmente. Tu voz resonó dentro de mí, aun después de que me fui, dejándome en un estado constante de inquietud. Y fue sólo regresando que finalmente encontré mi paz.
Durante varias conversaciones telefónicas, mi madre, siempre perpleja por mis aventuras, me ha preguntado "¿Nunca te sientes sola? ¿No estás nostálgica? ¿Cómo te vas a quedar en la casa de un extraño? ¿No te da miedo?"
Un poco de confianza, va un largo camino.
A lo largo de todos mis viajes en tren, me encontré con un grupo de chicos encantadores que no sólo me hicieron compañía, pero también segura y protegida a través de todo el viaje. Mi momento más terrible fue llegar a la mitad de la noche, en una estación de tren en Ambala, donde prácticamente nadie hablaba Inglés y me sentí como si estuviera a pocos minutos de que algo terrible me suceda. Entonces fue que me encontré con un par de amables señores que me llevaron lejos del soldado ebrio que insistía en que me vaya a casa con él (para ser justos, él por lo menos, me ayudó con mi billete) y no me abandonaron hasta que estaba a salva en los brazos de mi hermano, Rajveer.
A veces, son los encuentros más inesperados que hacen que los mejores recuerdos. ¿Cómo voy a olvidar hermoso Panapaddan con su gran sonrisa. El viejito adorable que mantuvo a pellizcandome las mejillas, como si fuera su propia hija y que después de un largo día de remo, nos llevó a su casa para conocer a su esposa a tomar el té. Y Ammol, el niño de 16 años que siempre me paraba en las calles de Varanasi para hablar y un día decidió que sentarse conmigo para la cena, en la que le escucharía hablar de luchas de la vida que nunca podre imaginar, como si se tratara de la cosa más normal del mundo. Un hombre en el cuerpo de un niño, con la promesa de protegerme si alguna vez me encuentre con algun problema.
No nos olvidemos de los niño, mis niños. Por cierto, la mejor parte de mi viaje a través de la India fue el poder de inspirar y ser inspirada, poder enseñar y aprender, poder compartir con los estudiantes de la escuela St. Lourde María UP. No hay espacio para la soledad cuando todos y cada día, estas rodeado por tantas pequeñas caras del amor. Incluso cuando tuve que llevar a cabo, todavía se aseguraron de que estaba bien acompañada, porque como todos sabemos, nada dice "gracias" como piojos.
El hogar puede ser cualquier cosa que quieras que sea, un lugar, una persona, un sentimiento.
Las palabras por sí solas no pueden expresar la cantidad de gratitud que siento por la mujer increíble que me ha aceptado, una simple desconocida, en su casa durante tres semanas sin hacer preguntas y queriendo absolutamente nada a cambio. Bindu, eres todo lo que amo de la India y más, una mujer de la fuerza, el coraje, el amor y la sabiduría. Ahora eres y siempre serás familia, mi mama.
El miedo siempre va a estar ahí, mirando a escondidas con su pequeña cabeza a través de cada puerta entreabierta, intentando asustar al hacer grandes sombras en la oscuridad. La única manera de deshacerse de ella es abriendo la puerta, dando un paso a través y darse cuenta de que eres más grande y más fuerte que cualquier temor que pueda existir dentro de ti.
Yo tenía todo el miedo en el mundo antes de llegar a la India, pero abrir esa puerta ha sido lo mejor que me ha pasado a mí, porque detrás de esa puerta muy grande y pesada, encontré un hogar.
Y así, te prometo que mientras yo pueda y por el tiempo que yo viva, no dejare de recordarte y siempre volvere hasta a ti, porque no eres sólo un lugar, una persona o un sentimiento, eres mi hogar .
India, te pertenezco. Eres dueña de mi.